miércoles, 11 de abril de 2007

Atentado en Argel

Y de repente uno siente verguenza de pertenecer a la condición humana, es sólo un instante pero dura demasiado. Matar a un individuo es cometer un asesinato pero matar a una treintena no tiene nombre. Eso es lo que ha vuelto a hacer Al-Quaeda, una organización de asesinos que se respaldan en futuros paraísos que dudo mucho que existan. Tampoco creo que de existir estén reselvados para ellos.
En Argel han muerto en torno a 30 personas, más de cien continúan heridas como consecuencia de la explosción de cuatro coches bombas. Y los responsables aún se enorgullecen de su éxito reivindicando el atentado. Puede parecerles un gran triunfo así de inmediato, pero han llegado tarde, la época de las dinosaurios, de los canívales, de la sin razón en definitiva, está muy lejana, aunque algunos acontecimientos digan lo contrario
Para muchos resulta curioso que hoy 11 de abril haya tenido lugar este atentado porque recuerda a otros onces: el 11S y el 11M. Y sin embargo, hay algo tan distinto en ellos, al margen de que en éste último el número de victimas ha sido menor. La diferencia está en la cobertura mediática. Hoy no hay medios saturados, se accede con facilidad a toda la prensa digital, no hay interrupciones de programación... El mundo no se ha paralizado porque Argel, bueno Argel está en África.
Pero es igualmente un buen momento para reivindiacar la necesidad de convivir, de salir a la calle sin correr o esconderse, sin emplear la desconfianza sistemática como torpe sistema de protección.
El terrorismo, venga de donde venga, terminará desapareciendo porque cuando no hay una base sólida, fuerte, verdadera, los edificios se derrumban.

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